A comienzos del año pasado, la Organización Internacional del Trabajo advertía sobre un leve incremento del desempleo para América Latina y el Caribe, impulsado por la desaceleración económica percibida desde el 2018 que ha impactado de manera significativa la calidad de los empleos. El panorama era preocupante, pues la demanda de empleos dignos, productivos, con salarios justos y protección social, superaba a la oferta, la cual presentaba tendencias hacia la precarización de las condiciones laborales. Para enero de 2020, el reto de América Latina y el Caribe en materia laboral, se encontraba: en la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, en brindar a los trabajadores garantías laborales y en la importancia de la inclusión temprana de los jóvenes en el mercado laboral formal, entre otras; muy lejos se encontraba la posibilidad de un incremento dramático en el desempleo a nivel regional y nadie ideó modelar los desastrosos efectos de una pandemia que se encontraba próxima a arribar y que en pocos meses iba a desencadenar un caos en el mercado laboral latinoamericano.
Un año después del informe de advertencia acerca de las condiciones laborales en América Latina, la Organización Internacional del Trabajo realiza una actualización de su reporte, donde se destaca un inicio de año para la región con una tasa de desempleo sin precedentes. La pandemia ha acrecentado en Latinoamérica una enfermedad que se había tratado en cuidados intensivos; las bajas tasas de contratación y los innumerables despidos durante el 2020 permitieron identificar que existen poco más de 30,1 millones de personas buscando empleo y que no han podido conseguirlo.
Como lo destaca la OIT, el impacto de la pandemia sobre el mercado laboral de América Latina fue de tal magnitud que se estima un retroceso de por lo menos de diez años. La tasa de desocupación regional incrementó 2,5 puntos porcentuales pasando de 8,1% en 2019, a ubicarse en 10,6% en 2020, donde uno de los grupos más afectados fueron las mujeres, con una tasa de desempleo del 12,1% frente a un 9,4% de los hombres, permitiendo resaltar que si antes de la pandemia la desigualdad en contratación para hombres y mujeres ya era significativa, uno de los efectos del COVID-19 fue resaltar aún más el desnivel entre géneros.
Otro de los grupos fuertemente afectados fueron los jóvenes hasta los 24 años, en este segmento de la población latinoamericana uno de cada cuatro no tuvo trabajo, problemática que debilita la estructura del mercado laboral y que a futuro, esta improductividad de la mano de obra joven se puede traducir en una crisis pensional.
¿Cuáles son las esperanzas de la región para el 2021 en materia laboral? A pesar de un porvenir conservador sin grandes expectativas optimistas y con un crecimiento económico moderado y estimado en 3,5% para la región; las incertidumbres superan las certezas tales como las segundas olas de contagio, los procesos de vacunación y la propia evolución de la pandemia, obligan a los expertos a mantener proyecciones conservadoras, donde la guía se encamine las políticas que permitan el crecimiento económico de la mano con la generación de empleo, el cual es crucial para la reducción de la pobreza, mitigar los problemas estructurales que ya existían, que además se acrecentaron, y sin duda alguna templar la desigualdad que se ha hecho aún más evidente con la pandemia .